Al servicio del Reich

Los primeros científicos que experimentaron con la física atómica tuvieron la «suerte» de vivir unos tiempos interesantes. En plena Segunda Guerra Mundial, la ciencia alemana se transformó en un tema político: Heisenberg, Planck, Einstein y Debye, entre otros, debieron definirse. Como científicos y como personas. Y, para ciertos de ellos, la definición no fue exactamente la misma. La física fue la enorme ciencia de la primera mitad del pasado siglo, la especialidad capaz de los mayores honores y los peores horrores. Asimismo fue el campo de acción de los mayores héroes y villanos, del desarrollo de usos de las radiaciones para sanar y para matar. ¿Dónde estaba cada uno de ellos? ¿De qué forma subsistieron al nacionalsocialismo los que se quedaron en Alemania? ¿De qué manera charlaban de relatividad sin Einstein? ¿Era posible asomarse al nuevo planeta desdeñando la ciencia judía, teniendo presente que un cuarto de los físicos alemanes eran, en mil novecientos treinta y tres, oficialmente «no arios»?

Philip Ball averigua en este libro sobre la batalla en el ánima de los físicos alemanes bajo el Tercer Reich, por lo menos conforme el título original. Y lo hace con profundidad mas sin cortes, sin apriorismo y con un análisis estricto y equilibrado. Dejando claro, asimismo, que no hay ciencia sin política. Es el retrato de un instante científico emocionante —es poco probable que veamos jamás nada igual, el descubrimiento, literalmente, de un cosmos desconocido— y de un instante político inusual.