Cary Grant (II)

Cary Grant (II)

- Libro 310

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Una muy elegante celebración reúne a las figuras más representativas de la vida social madrileña de los años cincuenta, en su mayor parte personajillos horteras muy propios de la España cañí de entonces. En la mitad de tanta chusma, resalta un semblante anónimo mas singular, y un cuerpo que en los próximos años va a calentar a los hombres de media humanidad. Se trata de una bella italiana llamada Sophia Loren. A pesar de sentirse por norma general segurísima de sí, esa noche no puede eludir que le traicionen los nervios, y es que la ocasión no es para menos: en breves instantes se prevee la llegada de uno de los grandes titanes del Hollywood tradicional, el mismísimo Cary Grant. Juntos van a rodar un largometraje en tierras españolas llamado “Orgullo y pasión”, una película del montón para el estrella americano, que no obstante representa la ocasión de su vida para Loren. Por último, tras una incomprensible hora de retraso —Cary Grant se caracterizaba justo por su aprensiva puntualidad—, el actor se dirige a la pobre novata con unas palabras meridianamente ofensivas: “¿De qué forma va, Miss Lolloloren o bien es Lorenigida? Soy inútil de vocalizar estos nombres italianos”. Como es lógico, el astro hollywoodense conoce con perfección el nombre de su compañera de reparto, mas se siente a desazón por tener que rodar con una recién llegada, y goza restregándoselo en la cara. La noche podría haber sido suya, de no ser por el hecho de que media hora después haría su aparición Frank Sinatra, que se había asegurado de llegar media hora después que Cary, a fin de que quedara claro quién era el jefe ahí. Claramente, la película en cuestión no podía comenzar peor. Un rodaje en un sitio recóndito como nuestra querida España, una futura sex symbol expectante de escalar puestos en la industria del cine, un mito de Hollywood a desazón por verse obligado a cederle una esquina de la pantalla a una ignota, y para acabar de liarlo todo, el histérico de Sinatra creando docenas de inconvenientes por minuto; bonito coctel molotov. El rodaje de “Orgullo y pasión” se transformaría, desde ese party inicial, en una sucesión de incidentes surrealistas que acabarían con la escapada de Sinatra, antes que el directivo Stanley Kramer hubiera tenido tiempo de acabar el film; en suma, un caso de puro Spinal Tap cinematográfico. El primordial causante de los inconvenientes en esa accidentada película, sería evidentemente Sinatra. La Voz vivía en un progresivo “ego trip”, era el centro del cosmos y todos debían virar a su alrededor. Los responsables del largo le pusieron un Mercedes a su predisposición, mas se sintió insultado y lo rechazó: lo adecuado era que le trajeran su jodido Thunderbird desde Hollywood (!!!), cosa que al final no fue posible. Demandaba retornar cada noche a su hotel a las 24.00h. en punto, y cuando le comunicaron que eso podía suponer un inconveniente, declaró: “Entonces deberé orinar sobre Stanley Kramer”. Para tocar más los huevos, invitó a su novia de entonces, Peggy Connolly, y cargó al estudio los gastos de ropa y joyas para la pequeña. Su respeto por Cary Grant era nulo, en verdad se burlaba de él claramente llamándole Madre Cary. Y el trato que le dedicaba a Sophia no era mucho mejor. Aprovechando las contrariedades de la actriz para comprender el inglés, Sinatra acostumbraba a reírse de ella delante de todo el equipo, comentando: “Sophia, you’re gonna get yours” (“Sophia, vas a tener lo tuyo”). Ni que decir debe, al vocalizar la expresión “lo tuyo”, Frank se refería a su polla de chulo italoamericano. Las primeras veces que Sophia escuchó esa oración en los labios de Frank, se limitó a sonreír, pensando que se trataba de alguna expresión inofensiva. No obstante, cuando alguien le explicó el significado de la bromita, la actriz aguardó a que Sinatra repitiera la oración de rigor, y le agasajó con una exhibición de furia italiana, respondiéndole: “No de ti, italiano hijo de puta”. Como veis, un bonito entorno de trabajo, que alcanzó su punto culminante cuando Frank se hartó de las incomodidades de España, y abandonó la producción, tras agasajar a Kramer con una oración de las que no se olvidan: “Tú tienes un letrado y tengo un abogado”, eso fue todo, sin entrar en discusiones febriles, Frank cogió de la mano a su guarra permitida y retornó a Las Vegas. Fin de la historia. ¿Y de qué manera soportó nuestro admirado gallardo esta sucesión de incidentes?, puesto que con una calma y una profesionalidad absoluta, naturalmente. Ese rodaje refleja de qué material estaba fabricado Cary Grant. Su insolencia y su carácter de estrella no le impedían preservar la educación en todo instante, como un auténtico caballero. Una película como “Orgullo y pasión” supuso, en cierta manera, un punto de cambio en la vida de Cary, no tanto a nivel artístico como humano. Se vio obligado a admitir su edad, al verse enfrentado a una actriz considerablemente más joven, mas la incomodidad inicial derivó en romance, cuando y Loren empezaron a gozar de cenas románticas a la luz de la luna. Por otro lado, los continuos desplantes de Sinatra le forzaron a trabajar más duro de lo normal, especialmente cuando La Voz abandonó España para no regresar y Cary debió rodar secuencias extra para intentar salvar el largo. Mas de eso ya vamos a hablar más adelante. El mes pasado repasamos la trayectoria de Cary Grant hasta el estreno de la simbólica “Historias de Filadelfia”, y ahora es el instante de reanudar el relato donde lo dejamos.

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