La muerte sabía a chocolate

Hundido por el fallecimiento de su esposa, el joven detective belga Bernard Decrequi decide mudar de aires. Admite la oferta del empresario Alfred Van Der Mersch, que pone a su predisposición un alojamiento en un pueblo turístico del sur de la isla de Tenerife, donde acostumbra a pasar frecuentemente el invierno. Al llegar a Tenerife Bernard se halla con una suntuosa villa ubicada en un pueblo al filo del mar, sitio predilecto de los retirados belgas. Descubre una comunidad de compatriotas que vira alrededor del restaurant Estrella de mar, propiedad de un personaje atípico mas popular conocido como Pepe el Belga.

Unos días tras su llegada Bernard se entera que Alfred Van Der Mersch, dueño de la factoría de chocolate Otelo, ha sido asesinado en su casa el día en que viajaba cara la isla. Mientras que en Bélgica el inexperto inspector Tony Bellanger estudia quién es realmente el fallecido, Bernard en Tenerife se incorpora al planeta de los alegres retirados y descubre que todo no es como semeja.