Los huerfanitos

Cuando las deudas excedían sus disculpas, Ausias Susmozas —manirroto patriarca del Pigalle, un teatro de pasado glorioso— sujetó el petate y se mudó al otro distrito. Su muerte reúne por vez primera en bastante tiempo a sus 3 hijos, Argimiro, Bartolomé y Críspulo, prestos a recoger un consuelo monetario que compense el nulo cariño que les dispensó su progenitor. Mas se dan de bruces con una deuda inabordable: el banco se va a quedar el Pigalle si no consiguen saldarla. La única solución pasa por ganar una subvención a través de el estreno, en un plazo de 5 meses, de una obra que va a llevar por título «La vida». Los 3 van a deber lidiar con el desastre vital y económico, un directivo incompetente, un conjunto de pensionistas como único apoyo técnico y unos actores reclutados en un conjunto de terapia. En «Los huerfanitos», obra de culto ovacionada por la crítica y con enorme éxito de público, Santiago Lorenzo congela la sonrisa del lector con una prosa que se discute entre el humor, el terror y la ternura. Alén de la pura sátira del planeta teatral, nos recuerda, sobre todo, que un camino por la calle oculta más claves sobre la crisis ética y económica que cualquier estadística.