Nos robaron la juventud

Nos birlaron la juventud relata las historias de los biberones que combatieron en el Ebro, de los voluntarios que se alistaron siendo apenas adolescentes (tanto en el ejército republicano como en el de Franco), de los que subsistieron y (ciertos) siguieron su lucha en la Segunda Guerra Mundial, de los que fueron presos y de los que murieron en el campo de batalla. Cara el final de la Guerra Civil, 27 000 muchachos nacidos en mil novecientos veinte fueron llamados a filas. Se los conoció como la Quinta del Biberón y muchos ni tan siquiera tenían dieciocho años cuando perdieron la vida en la sanguinolenta batalla del Ebro. Los supervivientes terminaron en penales y en prisiones franquistas, en campos de concentración o bien en batallones disciplinarios, y debieron cumplir entonces un largo servicio militar. Todos preservaron para toda la vida el horrible recuerdo de esa guerra en la que combatieron en alpargatas y sin cartucheras. La sarna, los piojos, la sed, las travesías, la metralla. Las voces quebradas de los chiquillos moribundos en el campo de batalla llamando a sus madres. Los compañeros fallecidos, sepultados a cientos en la Venta de les Camposines. Una pesadilla repetida noche tras noche durante los años en el instante de cerrar los ojos. La certidumbre de que les habían robado la juventud.

Víctor Amela ha compendiado el valioso testimonio de 25 supervivientes y ha reconstruido con una meticulosa investigación la memoria de esos muchachos que vivieron uniformados de los diecisiete a los 25 años. Y estas enternecedoras historias humanas se levantan —gracias al rigor periodístico del autor y a su pasión al contar los hechos— en el debido y sentido homenaje a los héroes anónimos de la Quinta del Biberón cuando se cumple el centenario de sus nacimientos.