Rivales de día, amantes de noche

Barbara Ross, tras la muerte de su único familiar, se ve obligada a viajar desde Edimburgo a Londres para ponerse al cargo del tutor escogido por su tío para ella. No sabe nada de ese sujeto salvo su nombre: Alan Chambers, vizconde de Maine. Imagina que va a ser un caballero de edad avanzada, como lo era su tío, mas Maine no es, ni de broma, lo que la chavala espera localizar. Alan Chambers, segundo hijo del duque de Hatfield, ha admitido la tutoría por la amistad que le unía a Thomas Ross, aguardando tener como pupila a una pequeña. Tampoco se imagina que va a encontrarse con una mujer en edad de casarse. La atracción que siente por ella desde el primer instante va a ponerle las cosas realmente difíciles, sobre todo por el hecho de que ha jurado no dejar que ninguna mujer domine su vida... como le sucedió a su padre. Una vieja ignominia y el patológico deseo de venganza de un hombre, unido a la ansía de tener una conocida esmeralda, propiedad de Barbase, van a hacer que sus vidas peligren y que deban poner a prueba la fuerza de su amor.